lunes, 10 de agosto de 2009

En Familia

Por suerte los días pasaban volando, en apenas dos estaría de nuevo de regreso en mi país con mi Manuel... las cosas con la distancia fueron mas complicadas de lo que habíamos pensado, la soledad se hacía enorme y las noches eternas. Gracias a dios que tenia una familia que me aguardaba para cenar y su mamá era super dulce conmigo a tal punto de hacerme compañía para que no este triste.
Hablé con mi Bonito varias veces por día y me dijo que en cuanto llegara a Buenos Aires tenía algo muy importante que decirme. La verdad que ya no aguantaba mas, pero aunque traté de "presionarlo" para que me contara no tuve suerte y me dijo: "espera, mi bella, ya estamos casi tomados de la mano, falta poco"

Caminé sin rumbo, solo por el fin de llegar donde mi alma quisiera llevarme y justo cuando estaba tan lejos como pudiera desear una lluvia cayó sobre mi como bendición del cielo... las gotas recorrían cada rincón de mi cuerpo, se deslizaban sin pedir permiso y aunque el clima estaba bastante frío no me importaba ya que necesitaba esa paz que solo se halla debajo de la lluvia. Mi cuerpo se movía lentamente mientras todos corrían a refugiarse debajo de algún techo o toldo, y aunque podía leer en sus ojos que creían que tenia algún grado importante de locura ya no me importaba porque en un día como hoy había besado a Manuel por primera vez y había sido un momento realmente mágico.

Paró de llover en el instante en que pase la puerta, fue algo muy raro y Judith no comprendia que me había pasado, pero a las corridas fue a prepararme la ducha y unas toallas secas para que no me enfermara. Así que sin mas preámbulos, me fui a bañar para no ensuciarle la casa. El roce de las gotas calientes me hacían sentir de nuevo en familia y cuando llegué a la cocina la encontré haciendo un te calentito para ella y otro para mi para que se me vaya el frío.

Hablamos como hace tiempo no lo hacia con nadie, mientras me oía ella tejía algo para que le llevara a su hijito que extrañaba muchisimo y que no veía la hora de volver a abrazar muy pronto.