martes, 30 de septiembre de 2008

Recuerdos

En este último tiempo mi vida había cobrado otro sentido, desde mi retorno todo se había vuelto confuso para mi y necesitaba un cambio con suma urgencia.
Eso fue lo que me llevó a hacer espacio en placares y baúles, sabía que en ellos existían cosas que ya no necesitaba y no solo ello, sino que además reaparecieron algunos seres que solo habitaban en mis historias.
Un vendaval colmado de recuerdos hicieron que dudara por un instante si estaba lista para volver a verlos, pero casi sin pensarlo decidí que lo que yo andaba necesitando era una nueva vida o quizás una nueva historia de amor que diera a mis días ese giro que tanto necesito y que la única forma que había de que así fuera era traspasando este momento.
En una gran bolsa me dispuse a poner todo aquello que me era innecesario y una caja iba a contener aquellas otras que aun no estaba lista para arrojar muy lejos de mi.
Tras encontrar ropa que hacia años no veía me di cuenta cuantas cosas habían pasado y cuantas decisiones había tenido que tomar; “ese era el vestido que me había puesto aquella noche bajo la luna del Palacio Barolo”, “ese era el pijama que llevaba la primera mañana que apareció Gabriel en mi vida” y así de repente mi placard se convirtió en un gran muestrario de un pasado que en la mayoría de los casos prefería olvidar.
Una agenda de Cohelo con una dedicatoria hermosa, un cd de Arjona y mi primer celular ya estaban en la caja, por todo el valor sentimental que traían consigo; y además, un número de teléfono al que me costó tanto llamar que nunca pude hacerlo.
¿Cuántas veces nos encontramos frente a esta gran nube de recuerdos?, ¿cuántas veces lloramos su ausencia o quizás caminamos calles conocidas por el momento de volver a cruzarlo?
Solo se que detrás de ese andar de descubrimiento personal, voy a encontrar aquello que me hace tanta falta, ese abrazo que me saca las ganas de llorar.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Detrás de la Soledad... Un Arco Iris

Quedan algunas anotaciones mas en mi diario, pero me pareció que este día no podía desaprovecharse... Llueve sobre Buenos Aires, hace bastante frío y Cleo duerme sobre mi cama...
Que lindo es ver llover mas aun cuando no tenés ninguna ocupación que te lleve a la calle; hasta que en un momento algo me dijo que debía salir.
Después de hacerme el color en el pelo, ese rojo que tanto me gusta, me abrigué bastante y decidí pasar la puerta del edificio y aventurarme a seguir mi destino. En la semana había tenido que dejar un poco de lado los trabajos debido a una angina roja complicada con placas y principio de broncoespasmo, pero sin hacerle caso a mi conciencia que me decía: “No Salgas... ¡estas completamente loca si lo haces con este día!” me incliné a seguir mi instinto.
Caminé varias cuadras bajo una lluvia fría y penetrante, algo mas de lo habitual después de tantos días con clima templado, pero bueno, no se puede esperar milagros si estamos a 6 del mes de septiembre. Poca gente, solo los que deben salir por obligación o quizás porque tienen esa locura similar a la mía y se dejan llevar por algo que los llama muy dentro.
Como siempre mi destino era incierto, solo deseaba caminar después de tantos días de encierro, una semana eterna llena de remedios, gárgaras y nebulizaciones con medicación para que hoy como una desesperada, y a pesar del clima, decidiera salir igual.
Me detuve en una vidriera de la calle Florida, quede perpleja ante tanta belleza, quizás era la primera vez que me daba cuenta del real significado de un vestido de novia, ese que nunca había tenido, pero que siempre había soñado. De encaje bordado a mano, muy simple y en un modelo exclusivo me retuvo mas de 10 minutos observándolo a través del vidrio hasta que alguien, muy adentro, me dijo: “Aun no es tiempo” y después de oír eso seguí con mi rumbo...
Los años anteriores habían sido muy raros para mi, venia de pasar una soledad interminable, a sobrellevar una relación que se desvaneció en el aire con un hombre que por suerte había hallado la verdadera felicidad en los brazos de otra “Muñeca” (como el le dice) y en el último tiempo debía aceptar el amor de un ángel que era capaz de dejar su inmortalidad para amarme sin limites, aunque no sabia si valía la pena el intento porque me sentía bastante confundida.
Solo me quedaba aceptar a esta soledad que nuevamente se estaba apoderando de mis ratos, de mis escritos y de mis trabajos; solo sabía que algún día encontraría una razón de ser, alguien por quien verdaderamente valiera la pena seguir despertando por las mañanas, alguien por quien morir y renacer en un suspiro.
Mi interior me siguió guiando por esas calles conocidas pero distintas aunque lo único que deseaba era que como esas gotas en el instante en que pare de llover y salga el sol, pueda flotar y formar parte de ese cielo para algún día poder hallar mi propio arco iris.