sábado, 24 de octubre de 2009

Bienvenidas Tristes Noticias!!!!

Cuando llegué a Buenos Aires deje mis cosas en casa y fui corriendo a la editorial para verlo a mi Manuel, pero algo había cambiado sin saber porque.
- “Mi Bella, tenemos que hablar”, me dijo
Un sudor frío recorrió todo mi cuerpo, al parecer una mala noticia tenía para darme y comenzó a hablar.
- “Tengo que volver a mi país, las cosas están peor de lo que pensaba y estuve conversando con el jefe mientras tu estabas de viaje y el me dijo que el trabajo en la Argentina no es del todo seguro, hoy puedes tener el mejor y de un segundo a otro desisten de tus servicios”.
Los ojos se me habían llenado de lágrimas, tanto tiempo lejos suyo y ahora esa mala noticia. Le pedí por favor que reconsiderara su decisión, que no había porque tomar las cosas tan a la ligera, pero aunque eso le dolía hasta lo mas profundo sabia que no había vuelta atrás.
- “Vente conmigo, Bella”
- Mira Bonito, me encantaría irme contigo, pero no puedo dejar mi trabajo, me costó mucho llegar a ocupar este lugar como para echarlo a un lado… no es por ti, eh? No quiero que pienses eso… es solo que tengo el trabajo que desee toda mi vida y no quiero perderlo.
En ese instante me abrazó con mucha fuerza y me dio el beso que tanto esperé en todo este tiempo en Venezuela, ese era el Bonito que extrañaba y aunque hoy tenía un gran dolor en el alma sabía y tenía que aceptar que eso era lo que el quería.
Ya se había hecho la hora de salida, me quedé haciéndole compañía toda la tarde mientras trabajaba y decidimos ir a caminar… En la noche no había luna, estaba el cielo de un gris profundo, ese que tantas veces me había acompañado y sabia que en cualquier momento iba a llover.

2 comentarios:

ZamaniS dijo...

Que alegría enorme saber que estás de vuelta!!
Te quiero un montonazo! Gracias por compartir tu escritura, me gusta muchísimo!!!
Besootess!! Mir.

Ale dijo...

A veces hasta las cosas sin estar mal se pueden disolver, encontrar felicidades que se contraponen y tener que decidir por una u otra. Siempre nos queda un sabor amargo, porque no queremos llegar hasta ese punto, pero también nos queda el sabor dulce de saber lo que queremos. Aunque en el medio haya un mundo de por qué's. Y si bien las despedidas son tristes, cuando sabemos que el otro va en busca de un sueño, hay un poco de felicidad en ese instante doloroso. Y se sabe que la felicidad no es nada sin esa otra contraparte.