domingo, 25 de noviembre de 2007

Historia de Mar y Sirenas

Habitación 2069; 3 camas por cuarto y un baño bastante grande; me dispuse a dejar mis pertenencias y solo salir a caminar por la playa con mi cámara de fotos, el celular y la palm, dispuesta a captar cada rincón de este gran día, algo fresco pero de sol radiante. Mi encuentro con el mar llego tras unos minutos de observarlo detenidamente, en los que me pedía tras susurros que dejara todo debajo de ese muelle al que nadie se acerca y que me uniera a su vaivén.
Necesitaba por un momento dejar de pertenecer a este mundo y crearme uno aparte lejos de lo que todos conocen, allí en donde las sirenas son dueñas de cada ola, allí en donde el mar es mas claro y donde los cantos adormecen nuestro pensamiento. Fue en ese instante cuando al dejar que mi corazón guiara mi sueño me encontré con ella: una sirena hermosa, de corta cabellera y ondulada por las olas de un color castaño aunque si la veíamos al sol su pelo era mas claro; sus dientes separados le daban cierta personalidad y su canto me traía recuerdos de la infancia cuando con mis padres veníamos a veranear cada año.
Durante el tiempo que duro mi estadía en Mardel solía visitarla seguido y cada vez era diferente porque le gustaba enseñarme lugares y sirenidos amigos. Me hizo prometerle que jamas diría su nombre, ni tampoco el lugar donde la conoci, asi de esa forma podría vivir tranquilamente sin temer que alguien pudiera hacerle daño a ella o a su gente.
Esos 6 días pasaron en un abrir y cerrar de ojos, y no podía irme de ahí sin comer algo que me gusta muchisimo, que mejor que comer las rabas fritas en el Restaurante del Club de Pescadores? Esa noche en mi cena despedida me pedí de entrada: Rabas Fritas, de Plato Principal: Filete de Merluza Con Puré de Papas y para tomar: una Seven Up Free. Total Gastado 41.50$.
Ni bien termine de comer y tras una caminata por la Peatonal San Martín me fui a dormir, porque sabia que temprano debería estar arriba para terminar con los últimos preparativos, aunque me quedaba algo muy importante por hacer. Cuando salí del mar esa ultima mañana y fui a tomar mi mochila aun estaba en el mismo lugar donde la había dejado y mi amiga me saludaba esperando mi regreso muy pronto...
Creo que ya estaba lista para volver a casa con mi Gallego con un montón de anécdotas, fotos e historias, lo había necesitado tanto todos estos días, porque si bien hablabamos a diario cuando llegaba la noche lo extrañaba a mi lado, necesitaba sentirlo, necesitaba oír que antes de dormir me diga que me ama, aunque no recuerde al otro día que lo dijo.
El micro llego puntual al Hotel y luego de revisar que mi bolso sea colocado en el baúl me dirigí a mi asiento dispuesta a hacer que el regreso a casa sea mas placentero que mi anterior experiencia vehicular. Tras quedarme dormida un ratito y despertarme en la parada obligatoria, para estirar las piernas, fui corriendo a una cabina telefónica a llamar a El Gallego al trabajo para decirle que en apenas 4 horas estaría ya en casa. La sorpresa fue que cuando salio del Edificio Magno en donde el cumple sus obligaciones diarias me encontró ahí, esperándolo con mi bolso, mi bronceado y mi mochila, esperándolo para besarlo y para demostrarle que en verdad no era por el que me había tomado esos días, sino por mi. Quería que el sintiera que yo estaba reafirmando mi amor, quería que el de una buena vez por todas se diera cuenta que no me importaba estar con nadie en el mundo que no tenga sus ojos, ni su voz o su abrazo.
Imaginen su sonrisa, no, es cierto jamas la podrán imaginar porque ese momento fue demasiado mágico para ser real; quizás recuerden los finales de cuentos de hadas y podría asegurarles que fue muy similar, aunque el nuestro no fue un final, fue mas bien el comienzo de una larga vida juntos.

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